Hechos 4:29, 30
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Estas son las solicitudes que en una oración ferviente hicieron los miembros de
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la iglesia de Jerusalén cuando vinieron las dificultades. Pedro y Juan habían
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hecho un milagro notable en el nombre de Jesús, y el Sanedrín les ordenó que
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no hablaran más de este nombre. Los apóstoles dijeron esto a la iglesia, y los
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miembros se arrodillaron en oración. Estas son sus solicitudes:
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I. Solicitud de protección
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“Señor, mira sus amenazas.” A Pedro y a Juan se les había ordenado que no
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hablaran ni enseñaran en el nombre de Jesús. Todos los discípulos se daban
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cuenta de la severidad del castigo que el Sanedrín imponía a los que
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desobedecían sus mandatos; pero no harían caso del sufrimiento con tal de que
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pudieran testificar en el nombre del Señor. Así es que pidieron a Dios que
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mirara las amenazas, y dejaron todo el asunto al juicio de Dios. Esta fue una
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oración a Dios pidiendo su protección, y siempre hay lugar para una oración de
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esta naturaleza.
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II. Solicitud de privilegios
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“Da a tus siervos que con toda confianza hablen tu palabra.” No solamente
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rogaron por su rescate, sino también por el privilegio de hablar más en el
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nombre del Señor. Estaban muy ansiosos de predicar la palabra de Dios con
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toda libertad, y no sabían de otro medio mejor para conseguir valor y confianza
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que el de la oración a Dios.
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Todos tienen el privilegio de predicar el evangelio hoy día; pero no todos tienen
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el valor de hacerlo. Eso se consigue por la presencia del Espíritu Santo.
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III. Solicitud de poder
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“Que extiendas tu mano a que sanidades, y milagros, y prodigios sean hechos
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por el nombre de tu santo Hijo Jesús.” Aquí se reconoce que hay poder
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suficiente en Cristo para hacer cualquier milagro; también se reconoce que este
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poder está en disponibilidad para los cristianos sinceros que lo pidan. Se
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manifestó este poder cuando Pedro y Juan sanaron al cojo, y testificaron que
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por medio de la fe el cojo fue curado. Hay otras ocasiones en que se manifestó
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este poder como un resultado de las oraciones fervientes.
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Los discípulos sentían la necesidad de una protección, del privilegio de hablar
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de Cristo, y de tener poder en Su nombre. Rogaron por estas cosas y el Señor
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se las concedió.
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